lunes, 18 de junio de 2012

LA MEJOR RECETA DE UNA EMPRENDEDORA



Karin Bobbert, empresa Kariñola

El olorcito perfumado de la granola Kariñola-cociéndose en el horno- atraviesa el patio interior de la antigua casona de Providencia, en la cual se ubican otros 6 talleres de arte. Es en este plácido lugar donde nace el producto elaborado artesanalmente y desde ahí se reparte a algunos de los mejores hoteles de Santiago, a selectos locales de alimentos naturales y a clientes que conocen el secreto que conserva el sabor de la cocina casera hecha con cariño.

La receta de la granola que produce Kariñola la microempresa  que comenzó  hace aproximadamente 9 años tiene como ingredientes el cariño, la fe, la fuerza y la paciencia de su gestora Karin Bobbert.
Según cuenta esta emprendedora la calidad de la materia prima que se utiliza en el producto debe ser de primer nivel, por lo cual ella se ha preocupado de escoger muy bien a sus proveedores considerando no sólo el precio, sino la calidad de la avena, del germen de trigo, las nueces, almendras, pasas y el aceite de maravilla. Al principio Karin compraba en la Vega Central, pero no siempre los productos eran de la calidad que requería, así es que finalmente encontró la mejor opción: buscar a los proveedores por Internet y seleccionar, obviamente a quienes ofrecían la óptima calidad/precio.

-Pero, empecemos por el principio, Karin ¿cómo y por qué comenzaste con Kariñola?
Estudié Diseño en la Universidad de Chile y hacía para la venta objetos de arte religioso, copones, cáliz, sagrarios, aquellos que se usan en ceremonias, no obstante es un sector que no tiene venta permanente como yo necesitaba para aportar a mi familia . Entonces, pensaba en algo que tuviera permanente demanda pero que a la vez se pudiera mantener en stock, si no se vendía en un período. Me regalaron un libro del cual saqué la receta de la granola.

Comencé a hacerla en el horno de mi casa y mis primeros clientes fueron un hotelito en Valparaíso, la familia, amigos, un café en Providencia. Fue un proceso lento que duró 2 años. 

Después de eso surgió la posibilidad de comprar una casa antigua y amplia en Providencia que es donde está el taller actualmente. Era bien conveniente porque nos daba la posibilidad de que mis hijas, ambas licenciadas en arte, se instalaran con sus talleres. Y así lo hicieron, primero se vino Alejandra, artista en vidrio, y que hasta el día de hoy está aquí instalada y luego Lorena, orfebre, que ahora está en Alemania.

-¿Fue muy largo o complicado el proceso para obtener la autorización sanitaria correspondiente por parte de la Seremi de Salud?
Mucha gente le tiene miedo a ese trámite, pero no es difícil. Hay que tener fe y paciencia. Cuando lo solicité por primera vez, luego de comprar y arreglar la casa de Providencia, tenía sólo el espacio donde iba a funcionar el taller, entonces no me lo dieron porque me dijeron que debían verme trabajar.

La segunda vez me visitaron y ya tenía todo funcionando bien, así es que no hubo problema. Reconozco que pasé varias horas haciendo colas y esperando, pero al final las cosas salen.

Lo que sí ayuda es que invertí en un buen horno eléctrico, ya que si uno utiliza gas las autorizaciones son mucho más complicadas. Además, mi horno tiene buen rendimiento y aislación por lo cual el costo de la energía no es excesivo.

La marca Kariñola que junta cariño y granola, además de la K de Karin, fue aporte del marido de esta mujer descendiente de alemanes, que a sus 65 años conserva una vitalidad digna de admiración.

Según comenta “En la imagen de Kariñola está el sello familiar, porque la primera etiqueta que yo había diseñado, la imprimió mi hija Lorena en papel kraft (ese papel café de envolver) y para cerrar la bolsa plástica que envasaba al producto usamos unos juncos que tenía mi otra hija Alejandra para una obra de arte”.

Su tercer hijo Tomás, el “concho” de 23 años, que estudia Ingeniería Comercial es quien junto a su papá quieren darle mayor proyección al negocio, según confiesa Karin a la vez que comenta – en forma más pausada demostrando su seria decisión-que sus planes son mantenerse como empresa pequeña, no desea crecer, “ahí aflora la artista” acota.

Karin comenzó con Kariñola cuando tenía alrededor de 55 años, lo cual apoyándose en estudios realizados en Chile sobre emprendimiento, nos echa por tierra el modelo del emprendedor joven al estilo Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook.  Asimismo, según los expertos, independientemente de la edad, todo emprendedor necesita tener una clara visión, la energía para poner en marcha el mecanismo que persiga dicha visión y sobre todo, perseverancia, virtudes que se advierten en la propietaria y trabajadora única de Kariñola.

“Para mí este emprendimiento ha sido un desafío. Un desafío hacer cada cosa, como por ejemplo tocas puertas para vender mi granola y así he logrado muchas cosas, otras veces, no, pero hay que volver a intentarlo. Creo en la Divina Providencia y Dios me abrió los caminos para que las cosas se fueran dando”.




por Macarena Velasco R.
Periodista P.U.C.
Asesora de Comunicaciones
mvelasco.per@gmail.com

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