lunes, 9 de mayo de 2011

Ángela Díaz, directora de Abrazarte:


“NOS COMPROMETEMOS A NO DEJAR QUE NINGUNO DE NUESTROS NIÑOS VUELVA A LA CALLE”
*Esta abogada y empresaria se las juega por los jóvenes que viven bajo los puentes del río Mapocho."

A pesar de que esta entrevista se realizó íntegramente vía mail, nuestra entrevistada tuvo tal disposición para responder cada una de las preguntas que no hubo necesidad de enviar más de un correo electrónico. Ángela Díaz, abogada de profesión, empresaria por herencia y vicepresidenta de la Fundación Abrazarte por opción personal,  es una mujer en la que la historia personal de su padre ha dejado una profunda huella. Él fue un niño que vivió en la calle, al igual que los jóvenes que Ángela y todos quienes trabajan en la fundación luchan por rescatar para que tengan un futuro mejor, que supo ver las oportunidades que le presentó la vida y terminó formando su propia empresa, Equilab, líderes en proveer soluciones tecnológicas para laboratorios.

¿La historia de tu padre te marcó muy profundamente en la vida? ¿Por qué?
Sí me marcó mucho y de distintas maneras. Por una parte entregándome una interpretación habilitante respecto de lo que es posible; tener una historia de calle como la de él y ser capaz de construirse de la manera que él lo hizo habla de que todos tenemos el derecho de declarar “quién voy a ser”. Ese aprendizaje ha sido fundamental en mi vida; tengo el mundo que me posibilitan mis declaraciones y eso es tan así que creo que el foco para empezar a erradicar la pobreza de la calle y la pobreza en general, es empezar a abrir el terreno de los sueños para quienes hoy viven en ese mundo donde sólo tienen resignación, la sensación y, lo que es peor aún, la certeza de que no importa lo que hagamos eso no va a cambiar.

Mi padre cuando tuvo la oportunidad de ver algo distinto, entender que se podía vivir en dignidad, bañarse, tener un plato de comida, una cama y ropa limpia hizo una gran declaración que fue tener una vida distinta a la que había tenido, terminar los estudios y ser profesional. Y esas declaraciones hicieron que emprendiera acciones que al final marcaron la diferencia.

¿Cómo llegaste a la Fundación Abrazarte?
Creo que fue una casualidad no casual y viene de una declaración que me hice a mí misma: contribuir con mi granito de arena y mis distinciones a hacer de éste un país mejor con empresas más conscientes, educación integral y menos pobreza. En una conversación con Alberto Chacón, un gran amigo y coach ontológico como yo, me enteré de Abrazarte y de su área de trabajo y sentí de inmediato el deseo de hacer lo que fuera necesario para devolverle a la vida lo que me ha entregado a través de mi padre y su historia. Creo que los jóvenes de la calle con las condiciones adecuadas pueden transformarse en seres que vivan en dignidad y que cumplan sus sueños.

Desde hace un tiempo eres vicepresidenta de esta fundación, qué es lo más difícil de trabajar con niños que viven bajo los puentes? ¿Y lo más gratificante?
Lo más difícil es mostrar que es necesario tener paciencia y entender que el cambio en ellos requiere reconstruir muchos aspectos de sus vidas y la construcción de confianza es un proceso largo. Ellos vienen de traiciones múltiples, traiciones de quienes estaban llamados a cuidarlos y no lo hicieron. Para trabajar con ellos hay que quererlos profundamente y eso se tiene que notar, ellos lo van a notar. Y pasa que para todos no es fácil quererlos cuando nos contamos cuentos de quiénes son, de que no tienen ninguna posibilidad de cambiar o que están ahí porque les gusta.

Por otra parte, lo más gratificante es ver cómo ellos responden a ese amor que se les entrega, es entender y reconocer lo que este amor es capaz de hacer por el otro, entendido al final como el respeto hacia ellos  la aceptación como los seres humanos hermosos y luminosos que son. Verlos comenzar a soñar y tener dignidad es algo que llena el alma, más aún para mí que pienso que ese es el punto de partida para la transformación personal.

¿Cuál es tu meta a lograr en Abrazarte?
Dar a conocer nuestro proyecto y con eso generar los recursos que son necesarios para realizar el desafío que tenemos, modificar los paradigmas que existen en relación a los jóvenes de la calle y sus posibilidades de reinserción en el sistema.

¿Es difícil conseguir el apoyo necesario para sacar adelante la fundación? ¿Por qué?
Ha sido difícil justamente por los paradigmas que existen y mucha gente no está dispuesta a colaborar porque tienen la creencia de que nuestra labor no tendrá resultados pues los jóvenes de la calle están ahí por “gusto”. A ojos de del mundo estos jóvenes son drogadictos, alcohólicos, delincuentes y les gusta ser así, algo que ha sido extendido y además defendido de manera pública por algunas autoridades. Esto hace que la tarea muchas veces sea cuesta arriba, por eso al poco tiempo de entrar a la fundación entendí que mi llegada tiene que ver con romper esos paradigmas y dar testimonio de una historia distinta que es la de mi padre, algo que nunca antes había pensado hacer.

¿Cuáles son los mayores prejuicios que tiene la gente al momento de pedirles ayuda?
Que el cambio en ellos no es posible, que les gusta este estilo de vida por lo que, al final, no vale la pena hacer el esfuerzo.

¿Fue muy difícil el cambio de abogada y empresaria a trabajar en algo netamente social?
La verdad es que nunca me he hecho esta pregunta y ahora que me haces pensarlo te diría que no. No me ha sido difícil por mis particulares interpretaciones de mi rol como empresaria o gerente ya que hace varios años que entiendo que en ello estoy  100% al servicio de los otros. Estoy al servicio en todas y cada una de las actividades que hago (talleres, coaching, clases de pregrado), conectada siempre con mi sentido de vida que es contribuir a hacer de éste un país mejor, donde todos tengamos acceso a vidas “bien vividas”; y eso es lo mismo que me mueve en la fundación.

¿Cuántos jóvenes reciben actualmente ayuda de Abrazarte?
Hoy estamos trabajando aproximadamente con 25 adolescentes, habiendo llegado a 40, ubicados entre los 14 y los 24 años de edad. Hombre y mujeres que viven en la calle en la comuna de Recoleta.

¿En qué consiste esta ayuda?
Es ante todo una relación y una vinculación basada en el amor y respeto por ellos  y así generar un proceso de acogida y acompañamiento permanente a las necesidades sociales, educativas y espirituales. Esta ayuda se concreta en los talleres artísticos culturales de los que participan de manera activa, de fútbol calle y el acompañamiento individual en temáticas legales y de salud.

¿Cómo se selecciona a quienes reciben ayuda?
Más que una selección, nuestro objetivo busca apoyar adolescentes y jóvenes que se encuentran de manera permanente en la calle, lo que residen en las caletas del Río Mapocho. Desde aquí manejamos una premisa: “Ni uno menos: Nos comprometemos a no dejar que ninguno de nuestros niños vuelva a la calle, sino lograr con nuestro amor y enseñanza que Abrazarte se transforme en una opción atractiva, real y de reencantamiento con la vida y sus vidas”.

En el tiempo que llevas como vicepresidenta de Abrazarte, ¿has visto resultados positivos en los niños que han ayudado?
Estos resultados parten por algo importantísimo que es lograr que ellos confíen en nosotros, se vinculen y se establezca una relación de respeto para que luego, a través de nuestra propuesta de trabajo, ir mejorando su autoestima lo que se traduce en confiar en sus capacidades, querer retomar el rumbo de sus vidas, nivelar sus estudios y capacitarse para ingresar al mundo laboral. Así, los logros se han visualizado en la disminución y en algunos casos la eliminación del consumo de alcohol y drogas.

¿Cómo ha sido si inserción en el mundo laboral y en la sociedad?
No hay que olvidar que nuestros beneficiarios cargan con una importante historia de abandono en la mayoría de los casos familiar y social, lo que ha significado no contar con vínculos familiares, deserción escolar a temprana edad, consumo de drogas, frío y hambre. En una trayectoria de vida marcada por el daño y la discriminación social, cuentan con pocas herramientas para insertarse de manera formal en el mundo laboral. Uno de nuestros proyectos es concretar una escuela de artes y oficios ligada al deporte en modalidad de internado. Sin ese paso es muy difícil que ellos puedan desplegarse de manera adecuada en lo laboral porque, al final, siguen viviendo en la calle y eso no ayuda a ser productivos o tener la energía suficiente.

¿Qué es lo más difícil de cambiar en un joven que vive en la calle?
Aunque suene extraño, nuestros beneficiarios, son capaces de transformar sus vidas, lo más complejo de cambiar es esta sociedad en la que vivimos. Hemos ido perdiendo como sociedad nuestra capacidad integradora, comprensiva y solidaria. Y cuando hablo de solidaria no pienso sólo en dinero, pienso en el encuentro con ellos de acercárseles sin miedo, con respeto y aceptación.

Ellos son juzgados, discriminados y excluidos por personas e instituciones que ni siquiera los conocen, incluso por las que trabajan con ellos. Como fundación aspiramos a mostrar el tremendo potencial humano y cognitivo que hay en cada uno de ellos. Es un procso que toma su tiempo, pero vale la pena.


 por Loreto Castillo Val (lcastilloval@hotmail.com)