miércoles, 12 de junio de 2013

“UN ADULTO HA SIDO CAPAZ DE PERDER LA INGENUIDAD Y DE RECUPERAR LA INOCENCIA

Marcela Lechuga, psicóloga y autora del libro “Así es la Vida”


En su segunda entrevista con Mundo Mujer© Marcela Lechuga, psicóloga  y autora del libro “Así es la Vida”, que ha sido un éxito de ventas desde su lanzamiento al cual asistieron 250 personas, está tremendamente motivada e impactada con la positiva respuesta que ha tenido su obra.   De hecho, ya se agotó en su primera edición de 1.500 libros y ahora está en las librerías con otros 5.000 ejemplares, encontrándose en el ranking de los libros más vendidos en Chile, algo inusual para una escritora emergente.  Esta situación la mantiene profundamente comprometida en apoyar la difusión de “Así es la Vida” y llegar a muchos más lectores con su mensaje.

 Pese a su intensa agenda, siempre se da el tiempo para responder los comentarios de sus lectores que le escriben a la página web del libro www.asieslavida.cl o a su facebook público. Con su participación en la Feria del Libro de Buenos Aires, “Así es la Vida” ya trascendió las fronteras y en nuestro país ha conmovido a los asistentes a sus encuentros, a los medios de comunicación, a muchos.   Y es que su invitación no deja indiferente a nadie, como bien lo expresó Mauricio Purto, médico y andinista, quien durante el lanzamiento de su libro se refirió a Marcela como alguien que es capaz de traducir en forma simple lo indescifrable, “una buena traductora del misterio de estar vivos” porque Marcela cautiva con su cercanía, sencillez y profesionalismo.

Nos enfocamos esta vez en Qué es ser Adulto, uno de los capítulos de su libro, comenzando con la siguiente reflexión “Ser adulto es ser capaz de llegar  a límites impensables de estrés manteniendo la integridad personal y velando por el bien común. Tener cierto número de años no nos consolida como adultos, pues podemos vivir toda la vida sin florecer ni madurar nuestros frutos o dones. He visto hombres poderosos comportarse como niños asustados de vivir la vida, de amar, de trascender”

¿Qué impide que adultos no se comporten como tales, qué ocurre con esos hombres que mencionas en el libro?
Cuando hay carencias, necesidades insatisfechas o no cubiertas en el pasado y no lo asumimos conscientemente   tendremos  un punto ciego  que lo hará cojear a lo largo del camino. En ese sentido, ser adulto es tomar conciencia y hacerse cargo de lo que faltó en “mi historia” para acogerlo y dejar de proyectarlo hacia fuera, hacia los demás.

¿Podrías profundizar en el concepto de adulto expresado en tu libro y citado anteriormente?
Todos los adultos tenemos múltiples roles y debemos ser capaces de responder en forma plena a todos ellos, sin que esto signifique desgastarnos. Muchas veces nos sentimos sobrepasados y dejamos algunos de lado, provocando algún daño a quienes nos rodean. 

Entonces, para responder en forma íntegra a todas las demandas externas e internas, sin tener que “amputarnos” necesitamos tener las competencias emocionales, sociales y cognitivas que nos permiten hacerlo.

¿Esas competencias son las que, a  tu juicio, definen la adultez?
Exactamente. El haber desarrollado competencias emocionales nos permite ser autorregulados y confiables, conscientes de nosotros mismos y de nuestras motivaciones. Cuando no tenemos estas competencias no podemos discernir o elegir conscientemente nuestra conducta, lo que nos lleva a reaccionar en forma inadecuada.

Las competencias sociales se refieren a ser honestos y considerados en nuestra relación con los demás. Apunta, entre otras cosas, a la empatía, a saber poner límites y aceptar críticas por mencionar algunas.

Las competencias cognitivas tienen que ver con el saber quiénes somos, con el cómo percibimos los hechos, cómo definimos la realidad.

Una buena síntesis de todo lo anterior se lee en el libro: “Ser adultos es ser conscientes de nuestras necesidades y ser capaces de autorregularlas, de mantener la motivación frente a la vida, de expresarnos en forma adecuada, de describir y no juzgar la realidad y, finalmente, de ser capaces de crear o manifestar nuevas realidades”.

¿Es posible conjugar la racionalidad del adulto y aquella parte del niño que tenemos dentro de nosotros?
Hay una reflexión que a mí me gusta mucho que dice “un adulto ha sido capaz de perder la ingenuidad a lo largo de su vida y de recuperar la inocencia”. En un comienzo, cuando éramos niños,   ambas características estaban  juntas, cuando perdemos la ingenuidad  y adquirimos el criterio de realidad parece ser que también dejamos de asombrarnos, no obstante un adulto íntegro es capaz de ver la realidad tal cual es, pero también es capaz de crear nuevas posibilidades, nuevas realidades y de conmoverse en el asombro.

De acuerdo a tu experiencia con los jóvenes, en términos generales ¿cómo perciben a los adultos?
Siento que necesitamos más ejemplos de adultos íntegros. Muchos de nuestros jóvenes no quieren llegar a ser adultos  porque  muchas veces los ejemplos  que ven, son de personas que están proyectando sus carencias o necesidades en ambiciones y deseos desmedidos que nunca se satisfacen, por lo tanto no son ejemplos de personas autorrealizadas, no los motivan.

¿Cómo incide ser un adulto íntegro al llegar a la etapa de adulto mayor?
Cuando logramos coronar esta adultez íntegra de la cual hablamos podremos entrar a la vejez irradiando sabiduría y experiencia, vamos  a saber honrarnos, autorregularnos, pedir y aceptar ayuda y también aceptar la crítica de un hijo  pero sin culpa.

¿Qué podemos hacer nosotros como adultos para honrar a nuestros padres  a pesar de sus errores?
La respuesta de Marcela no se hace esperar y me lee una cita de su libro  “Quizás a muchos de ustedes, al igual que a mí, sus padres no les respondieron a todas sus expectativas , incluso tal vez sufrieron grandes decepciones en cuanto a necesidades que no supieron, no pudieron o no quisieron cubrir por múltiples motivos, quizás porque ellos tampoco las resolvieron con sus propios padres o porque no fueron conscientes o porque conscientemente creían que eso era lo correcto en base a sus juicios.

En mi experiencia he observado que, si no podemos honrar  a nuestros padres a pesar de sus errores-muy humanos por lo demás-el proceso de maduración como adultos se retrasa……

Mientras no afrontemos de una nueva manera nuestro presente, no floreceremos y seguiremos esperando como niños heridos; y quizás nunca llegue el momento en que el otro reconozca su error, convirtiéndose en una condena mutua. Por otro lado, seguir repitiendo los mismos errores y causando heridas en los otros nos va condenando por la culpa personal. Para liberarnos tenemos que aceptarnos tal cual somos, sabiendo que siempre podemos mejorar, pero a partir de quienes somos, no de quienes queremos ser. Así podremos liberar a los que nos hirieron y romper el círculo vicioso”.


por Macarena Velasco R.
Periodista P.U.C.
Asesora de Comunicaciones
mvelasco.per@gmail.com