Francisca
Gana, terapeuta floral y voluntaria en la cárcel de mujeres
En
un día soleado y brillante de octubre, a las 11 en punto de la mañana Francisca Gana me esperaba en la puerta de la
cárcel de mujeres de San Joaquín ubicada en Capitán Prat. Cuando hablamos
previamente me advirtió que tendría que dejar mi celular en la puerta y que no
podría llevar ni grabadora, ni cámara fotográfica. Reconozco que iba un poco
nerviosa, más bien un tanto ansiosa por conocer aunque fuera “por la ventana”
este mundo ajeno a nosotros los que nos portamos bien (al menos hasta ahora).
La
Pepi, como le dicen todos, saluda a gendarmes hombres y mujeres y desde un
comienzo se nota que la estiman y la respetan. En todo momento, mientras
recorremos las instalaciones del lugar y me “bombardea” con información que
trato de memorizar estrujando no sé cómo mis neuronas, Francisca saluda,
sonríe, pregunta y habla con todas quienes nos encontramos en un tono amoroso y
familiar. Hay una suerte de complicidad asombrosa “llegué para quedarme” me
dice mientras caminamos, yo corriendo detrás de ella, y aprovecha de mostrarme
unos edificios que llaman la atención por sus colores vivos en tonos lilas y
morados “esos son los talleres” me explica.
Aunque
no es fácil, intentaré presentarles a Francisca Gana. Estudió Historia en la
Universidad Católica, es casada y madre de 4 hijos de entre 26 y 21 años. Vivió
en el sur 3 años y ahí comenzó a vincularse en proyectos sociales y de
voluntariado. Es terapeuta floral (flores de Bach) atiende en su consulta dos
veces a la semana y también trabaja en teñidos de Batik.
A la cárcel llegó hace 5 años
dando un taller de mostacillas durante tres años y
luego comenzó
a ofrecer Terapia de Flores de Bach a las internas, aunque este año está
trabajando principalmente con las y los gendarmes. En nuestro recorrido, a la
Pepi se le acercan gendarmes muy jóvenes, todas se ven bien arregladas,
maquilladas y sonrientes, la saludan con cariño y le pregunta cuándo tendrán la
sesión con ella. Dicen que lo necesitan y con urgencia.
Francisca es
voluntaria de la Fundación Mujer Levántate, la cual postuló y ganó Fondos
Concursables del Ministerio del Interior, en un proyecto que es por dos años y
cuyo propósito es el acompañamiento para la reinserción social de las mujeres
al salir de la cárcel. Estos fondos le permiten contratar a profesionales
(sicólogos y asistentes sociales, por ejemplo) que trabajan, en conjunto con
las voluntarias del Proyecto, entre ellas Francisca, con las internas en fortalecerlas e ir
vinculándolas para que no salgan tan vulnerables porque en el fondo “hay que
pensar que socialmente la mujer es más castigada que el hombre” indica
Francisca.
¿Por
qué se da esto?
La mujer cuando
delinque y va a la cárcel la mayoría de las veces es abandonada por su familia,
sus hijos quedan a la deriva, en cambio a los hombres los van a ver sus mujeres
y sus hijos. La mujer además tiene el
sufrimiento adicional de no saber muchas veces quien se hará cargo de sus hijos
y cuando sale en libertad es marginada por su familia, entonces queda muy
vulnerable al medio en el cual estaba inserta y que la hizo cometer el delito.
¿Cómo
llegan las mujeres a la cárcel?
Lo que yo he podido constatar en entrevistas de terapia de
flores y el acompañamientoque realizo es que en un gran porcentaje las mujeres son muy autocríticas y sienten que
si están detenidas es porque se lo merecen, eso mismo las hace ser más
proactivas para salir adelante, en general no se victimizan.
A mí me asombra
porque yo veo aquí en la cárcel a mujeres muy guerreras, capaces de buscar
pequeñas soluciones para reconstruirse, pese a que son seres humanos con un
grado de soledad altísimo, con mucho miedo y pena. La realidad es muy dura, hay
heridas profundas y hay que contenerlas, esa es la mision de todos los que aportamos en la Fundación
Cuando Francisca
habla lo hace con tal intensidad que conmueve. Y profundiza sus expresiones
“siempre me ha gustado la posibilidad del ser humano de reescribirse, creo poco
en los proyectos terminados”. En efecto, en el penal de mujeres la palabra
esperanza y reinvención no pueden dejar de existir.
En
lo personal y tú que participas en otros proyectos sociales ¿por qué el trabajo
en la cárcel es especial?
Sin duda es un
cable a tierra poderoso y el de las cárceles no es un tema indiferente para
nadie. Es donde se ven todas las fallas de la sociedad, donde se ve el
resultado en adultos que cuando niños fueron abandonados o desprotegidos
de diversas maneras. Yo no estoy
justificando el delito, creo que este tiene que ser castigado, pero también
pienso que si muchas instancias de nuestra sociedad funcionaran como debieran
no se llegaría a estos extremos, al menos en un gran porcentaje. En algo hemos
fallado todos como sociedad. Y en este sistema de prisión, que considero es
como una herida para la sociedad, las mujeres son las más vulnerables.
Es
una realidad de la cual la mayoría escapamos porque es caminar con el dolor y
enfrentarnos a él sin anestesia, sin embargo como dice Francisca cuando ya
estamos terminando nuestra entrevista “si uno aprende algo aquí , es compasión”.
por Macarena Velasco R.
Periodista P.U.C.
Asesora de Comunicaciones
mvelasco.per@gmail.com
Periodista P.U.C.
Asesora de Comunicaciones
mvelasco.per@gmail.com